¿Existe alguna forma de conocer la realidad más allá de lo que podamos percibir en nuestro entorno más próximo?
En algún momento, todos hemos experimentado la desagradable sensación de perplejidad que aparece cuando nos enfrentamos a un hecho contradictorio de difícil explicación.
Cuando un hecho o una secuencia de hechos atentan contra la lógica rectilínea propia del hombre joven (tan al uso de la sociedad actual) empezamos a sentirnos mal, a tener sudores fríos y sensación de mareo.
Necesitamos que “las piezas casen”, que todo tenga un sentido y un orden, pero, ¿es la realidad así, unívoca y unidireccional?
La receta para no sufrir esos desagradables vahídos nos la proporcionan los medios de comunicación. El primer paso sería la adscripción incondicional a un medio en particular (cadena televisiva o editorial) para después poder deglutir todo aquello que ponen a nuestra disposición. Es como si, haciendo una analogía escatológica, vomitaran en nuestra propia boca, ya masticado y semi-digerido, todo aquello que consideran va a servir para alimentar nuestra necesidad de realidad, favoreciendo de este modo su mejor asimilación en nuestro organismo.
Un saludo
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario